Boletín 21. Derechos de la naturaleza y apropiación de la información genética

Elizabeth Bravo

Noviembre 2019

Uno de los nudos críticos más importantes en el reconocimiento de los derechos de la naturaleza tiene que ver con el régimen de propiedad, el concepto de apropiación de los componentes de la naturaleza y la potestad que tienen los estados de declarar bienes de uso público ciertos “recursos naturales”, para cuyo acceso se debe vulnerar los derechos reconocidos a la naturaleza.

Para poder apropiarse de algunos componentes de la naturaleza, es imprescindible primero cosificarlos, para luego ser transformados en mercancías.

Berros (s/f) al referirse a las tensiones que surgen a raíz del reconocimiento de los derechos de la naturaleza, por ejemplo en el Ecuador, señala que el:

derecho puede presentarse así como una suerte de yuxtaposición de regulaciones en las que circulan sentidos heterogéneos, lo que genera un cuadro en el que perviven diferentes construcciones de significado. Así se legisla sobre la naturaleza y sus diversos elementos como objeto de apropiación, lo que ha sido largamente desarrollado en el área de los derechos reales, a lo que se suma la mirada del derecho de los recursos naturales. Confluyen también regulaciones, generalmente de tipo constitucional, que incorporan el derecho a un ambiente sano y, más cerca en el tiempo, normativas que reconocen que la Pachamama titulariza derechos reivindicando, a su vez, cosmovisiones ancestrales.

En este ensayo quiero tratar el tema de la apropiación de un componente casi invisible de la naturaleza, que es la “información genética”, sobre su cosificación, su transformación en mercancía y las justificaciones que se presentan para su apropiación.

LA COSIFICACIÓN

Un reciente artículo publicado en la Revista Nature, en el contexto de su 150 aniversario, Nathaniel Comfort (2019) nos hace esta provocativa pregunta. ¿Cómo la ciencia ha cambiado nuestro sentido de identidad? El autor sugiere que muchos de los peores capítulos de esta historia son el resultado del cientificismo: la ideología de que la ciencia es la única forma válida de entender el mundo y resolver problemas sociales. El añade que, donde la ciencia a menudo ha expandido y liberado nuestro sentido de identidad, el cientificismo lo ha limitado.

A lo largo de los últimos 150 años, podemos ver que tanto la ciencia como el cientificismo han moldeado la identidad humana de muchas maneras, y yo añadiría de la naturaleza en su conjunto. El autor hace un repaso sobre la psicología. La inmunología y otras áreas del saber.

El autor de este artículo hace un recorrido histórico de la ciencia positivista occidental, empezando con Huxley, el llamado bulldog de Darwin. El señala que, si Copérnico sacó al Planeta Tierra del centro del Universo, el darwinismo sacó al ser humano, al Homo sapiens del centro del reino animal. Huxley, Francis Galton, primo de Darwin desarrollan la idea de “eugenesia”. Ellos estaban convencidos de que el dominio del Imperio Británico dependería del carácter inglés enérgico y emprendedor. Surge entonces la idea de “mejorar” la herencia humana y se convierte en una potente herramienta del imperio. Huxley creía en el progreso y el triunfo humanos estaba relacionado con marcha inexorable de la ciencia, pero que esto chocaba con los llamados valores de la ilustración, como que todos los humanos son iguales, incluidos los aristócratas.

Quiero centrarme en la informática y la biología molecular y su confluencia en el proceso de cosificación de la naturaleza, creando nuevas metáforas que reformulan la identidad de los seres vivos.

La biología molecular nace del matrimonio la física y de la química, no de la biología. Podríamos decir que es una hija de la posguerra. Regal (1998), en su historia sobre el debate de la biotecnología en Estados Unidos, señala que la ingeniería genética, y añade que los científicos de la física que empezaron a re-arreglar las moléculas de la herencia, conocían relativamente poco sobre los organismos vivos, y algunos de ellos empezaron a moverse dentro de las limitaciones de sus propias disciplinas.

Abir-Am (2007) dice que este fenómeno constituyó una “colonización” de la biología por la física con el fin de conseguir “progreso científico” rápidos, y siendo la Fundación Rockefeller la principal fuente de financiamiento. Esta fundación promoción la transición de la biología clásica, a la biología molecular entre 1930 y 1960, pues desde esta organización se reclutaron físicos y químicos para crear la llamada “biología molecular”, o “química del gen”.

A mediados del Siglo XX, Francis Crick propone el “dogma central del ADN”, y con esto, surgen nuevas metáforas, ahora provenientes de la cibernética y la teoría de la información. En 1954, Burnet propone “una teoría de las comunicaciones de los organismos vivos”. En el mismo período, a los biólogos moleculares les gustó las metáforas de la información. Después de la propuesta de la doble hélice del ADN en 1953, los biólogos moleculares encontraron nuevas analogías con las ciencias de la información, cuando se empezaron a usar palabras como ‘transcripción’, ‘traducción’, ‘mensajeros’, ‘transferencias’ ‘y’ señalización ‘; que el genoma “se deletrea” en un “alfabeto” de cuatro letras. Se discute como si se tratara un texto, ya sea un libro, manual o lista de partes.

De esa manera, las tecnologías de la informática y la industria informática crecieron juntos. A lo largo de la guerra fría, los seres vivos se convirtieron en cifras a ser decodificada. Las secuencias de ADN podrían ser digitalizadas, sus mensajes podrían ser interceptados, decodificados y programados, y en el ADN se conocía estaba el “secreto de la vida”. Se impone la biología molecular como la ciencia que explica la vida, y sostiene que todos los procesos biológicos están determinados por los genes, que toda proteína es el resultado de la expresión de un gen.

De esa manera, el gen fue entendido como una unidad de información y el dogma central sostiene que la información contenida en el ADN se transcribe en un ARN mensajero y éste se traduce en una proteína. La información contenida en los genes constituye el “libro de la vida” (Kay, 2000).

En la década de 1960, se creía que el ADN era un texto sagrado transmitido fielmente a las generaciones. Ahora se sabe que esto no es del todo así; puesto que, aún desde el punto de vista cientificista, la secuencia de 4 letras codificadas en el ADN no determina la esencia de los seres vivos, puesto que el medio ambiente influye en la forma como se expresan los genes a través de mecanismos epigenéticos; todos los organismos vivos conviven de manera simbiótica con bacterias y virus; de hecho, se dice que por ejemplo los seres vivos tenemos 10 células bacterianas por cada célula humana… y quién sabe qué otras fascinantes descubrimientos surgirán próximamente (Sender et al , 2016)..

La construcción de una maqueta de ADN de doble hélice se basó en los estudios de cristalografía de rayos X hechos por Rosalind Franklin cuyas fotografías sirvieron de base para que su colega Wilkins físico y estudioso de los rayos X- las presentara al biólogo Watson y al físico y biólogo molecular Crick. Watson, Crick y Wilkins reciben el Nobel en 1962. Franklin nunca recibió el reconocimiento que obtuvieron sus colegas, y murió de manera prematura a los 37 años de edad (Claros, 2003).

A inicios del presente milenio, un consorcio de científicos dio a conocer que habían decodificado el genoma humano, la quintaescencia de nuestra existencia, y esto se debió al desarrollo de métodos de “decodificación del ADN” de manera muy acelerada. Esto permitió decodificar el genoma de una gran cantidad de seres vivos, especialmente bacterias.

Es así como los seres vivos, sujetos de derechos, quedan transformados en secuencias génicas, lo que facilitó su mercantilización.

TRANSFORMACIÓN EN MERCANCÍA

Al momento existen gran cantidad de bases de datos almacenadas en el blockchain de secuencias genómicas de varios organismos vivos, especialmente bacterias. Haciendo uso de esta tecnología, se lanzó en el Foro Mundial de Davos un proyecto recientemente llamado “Proyecto Biogenoma de la Tierra (EBP)” y el “Amazon Block Bank” cuyo objetivo es hacer que los “activos biológicos y biomiméticos” de la naturaleza estén accesibles para los innovadores de todo el mundo (Fon, 2018).

La iniciativa pretende replicar al Proyecto Genoma Humano, para crear una base de datos de código abierto para todas las plantas, animales y organismos unicelulares, con el argumento de que ello podría proporcionar el incentivo comercial para preservar la biodiversidad de la Tierra.

Hasta ahora, solo el 0,1% del ADN de las especies animales y vegetales ha sido secuenciado, dicen sus proponentes, y las nuevas técnicas que aprovechan la Cuarta Revolución Industrial están liberando valor económico de la biodiversidad, como los algoritmos de automóviles autónomos inspirados en hormigas, que a pesar de ser cientos las que transitan por un mismo espacio, no colisionan. Se quiere replicar su comportamiento para los automóviles no tripulados.

Los promotores de esta iniciativa señalan que “al igual que el Proyecto Genoma Humano, que entregó al menos $ 65 a la economía de los Estados Unidos por cada dólar público gastado, así como innumerables beneficios para la salud humana, la medicina molecular y la comprensión científica, el EBP tiene como objetivo crear una bioeconomía inclusiva y permitir la conservación y regeneración de la biodiversidad”.

La asociación tomará 10 años y costará aproximadamente $ 4,7 mil millones, lo que es posible debido a la caída en los costos de la secuenciación genómica. El Proyecto Genoma Humano, en comparación, tomó más de una década y costó $ 4,8 mil millones en 2017 para secuenciar el primer genoma humano.

El EBC funcionará a través de una plataforma abierta, global, pública y digital que registre y mapee los “activos biológicos” en el blockchain Se trata en realidad de un código bancario que registrará la procedencia, los derechos y las obligaciones asociadas con los activos de la naturaleza, su propiedad intelectual, para rastrear su procedencia y uso. Cuando se crea valor al acceder a estos activos, los contratos inteligentes facilitarían la distribución equitativa de los beneficios a los custodios de la naturaleza y a las naciones de origen con diversidad biológica.

Se trata de un nuevo intento de instrumentalizar la naturaleza, de reducirla a códigos genéticos y de crear falsas expectativas sobre el futuro de la ciencia, la conservación de la biodiversidad, de la salud pública y de las comunidades tradicionales amazónicas.

CÓMO SE JUSTIFICA

Estos nuevos “emprendimientos” se justifican porque a través del descubrimiento de las secuencias génicas de los seres vivos, se puede encontrar “la respuesta” a muchos de los problemas que aquejan a la humanidad y al planeta, desde una visión profundamente reduccionista. “Desbloqueando” el valor de la naturaleza, se puede abordar problemas como la biopiratería y la pérdida de hábitats.

El principal argumento para justificar estas propuestas es que las poblaciones indígenas y locales que son “custodias tradicionales” de la biodiversidad jamás se han beneficiado de ella, aunque hay muchas empresas se han enriquecido a través de la es biopiratería. Como solución los proponentes de estas iniciativas dicen que van a garantizar la distribución equitativa de los beneficios comerciales, en los términos estipulados en el Protocolo de Nagoya.

Otro argumento es la llamada “sexta extinción masiva” en la que 20.000 especies están en peligro, una “aniquilación biológica” que representa un “asustador asalto a los cimientos de la civilización humana”, se lanza esta iniciativa pretendiendo decir que esta extinción se frenará si es que se llega a conocer el contenido genómico de todas las especies.

Ellos dicen que la EBC impulsará los incentivos económicos para las comunidades locales y las empresas globales para preservar el medio ambiente. “Su objetivo es desbloquear el potencial de la biodiversidad del planeta e impulsar el mercado mundial de productos químicos, materiales, procesos e innovaciones bioinspirados, que resuelvan los desafíos humanos, emulando las estrategias probadas por la naturaleza”.

Y aquí se presentan dos falacias. La primera es que no son las comunidades locales las que son responsables de la sexta extinción, y la segunda es que una empresa petrolera o minera o de ganadería extensiva, con sus mercados y cadenas de valor ya bien establecidos, no van a pasarse al negocio farmacéutico, de cosméticos o de materiales.

 

Otra argumento es que de estas iniciativas surgirá la nueva generación de antibióticos, a partir por ejemplo se ranas amazónicas, y de esa manera enfrentar la amenaza de resistencia a los antimicrobianos; como si el problema de la resistencia bacteriana se resolviera con nueva moléculas, y no con un cambio en los paradigmas de la cría masiva de animales de granja o de salud pública.

CONCLUSIONES

Como señala Berros en su revisión sobre los marcos normativos en torno a la naturaleza, éstos consideran a la naturaleza como un conjunto de recursos que pueden ser explotados, o bien como una cosa, que inclusive puede hacernos daño. La porción de la naturaleza que estamos analizando sería considerada como un recurso a ser apropiado. El Protocolo de Nagoya, lo llama “recurso genético”, y la forma de apropiación es a través de contratos de “acceso a recursos genéticos” y de la aplicación de derechos de propiedad intelectual, una vez que se ha encontrado algo de interés para la industria.

De acuerdo a la Constitución del Ecuador, los recursos genéticos no son objeto de apropiación, así como los conocimientos, innovaciones y prácticas tradicionales relacionadas con esos recursos; sin embargo, el país es signatario y adherente del Protocolo de Nagoya.

Hasta hace unos años era inconcebible que se apliquen derechos de propiedad intelectual a las formas de vida, o sus productos derivados, porque estos derechos se aplican a las invenciones, no a los descubrimientos, pero la legislación de Estados Unidos fue poco a poco expandiendo estos derechos a distintos aspectos de la vida. Ahora, patentar microorganismos está totalmente naturalizados a través de los Acuerdos de Propiedad Intelectual de la OMC y del Tratado de Budapest, que ha re-interpretado el concepto de micro-organismo, como cualquier organismo que puede ser cultivado por métodos in-vitro. Esto amplía enormemente el campo de la aplicación de los Derechos de Propiedad Intelectual sobre la vida, pues con el avance de la tecnología in-vitro, casi todos los seres vivos pueden ser cultivados con esta tecnología, con excepción talvez de algunos parásito biotróficos.

Esta interpretación permitió que se otorgue la patente No. 4,438,032 sobre la línea celular del ciudadano estadounidense John Moore, a quien su médico le descubrió una enzima rara en su bazo, que le permitió auto-curarse de un tipo de leucemia. A pesar de las quejas judiciales que el presentó en la oficina de patentes de los Estados Unidos, el veredicto fue que la composición genética de un individuo no le pertenece, una vez que ha salido del cuerpo. Hoy esta línea génica le pertenece a una empresa suiza, que compró la licencia del médico de Moore. Con miles de secuencias génicas en las blockchain la expansión de los derechos de propiedad intelectual puede llegar a tener alcances inimaginables, afectando cada faceta de nuestra vida.

Considero necesario que los debates sobre derechos de la naturaleza se amplían para analizar el ámbito de la propiedad y apropiación sobre la naturaleza, a través de mecanismos como los contratos de acceso a recursos genéticos (ahora mucho más complejizados a través de su aplicación a plataformas digitales y los big data), y otros como las concesiones bajo declaratorias de bienes de uso público, o subasta de “servicios ambientales”. Es necesario además que se abogue porque se ponga límites a la propiedad intelectual.

Referencias

Acuerdos de Propiedad Intelectual relacionados con el Comercio. OMC.

Berros V. (s/f). Aproximaciones del derecho sobre la cuestión ecológica: diferentes composiciones. Capítulo de libro en progreso.

Claros G. Aproximación histórica a la biología molecular a través de sus protagonistas, los conceptos y la terminología fundamental. Panace@. 2003; IV(12): 168 – 179.

Comfort N. (2019). How science has shifted our sense of identity. Nature.

Constitución del Ecuador.

El-Hani. C. (2007). Between the cross and the sword: The crisis of the gene concept. Genetics and Molecular Biology, 30, 2, 297-307.  2007

Fon M. (2018). New Partnership Aims to Sequence Genomes of All Life on Earth, Unlock Nature’s Value, Tackle Bio-Piracy and Habitat Loss. WEF

Kay L.E. (2000). Who Wrote the Book of Life? A History of the Genetic Code. Stanford University Press, Stanford, 441 pp.

Lewin et al (2018). Earth BioGenome Project: Sequencing life for the future of life

Davos, Suiza, 23 de enero de 2018. PNAS vol. 115 | no. 17 | 4325–4333

Protocolo de Budapest

Protocolo del Nagoya.

Regal P. 1998. A brief History of Biotechnologu Risk Debates and Policies in the United States. An occasional paper of The Edmond Institute.

Sender R, Fuchs S, y Milo R. (2016). Are We Really Vastly Outnumbered? Revisiting the Ratio of Bacterialto Host Cells in Humans. Cell 164: 337 – 340.

 

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