Manejo indígena de la Amazonía

Elizabeth Bravo

La Amazonía es la cuenca hidrográfica más grande del mundo.  Debido a su estabilidad climática, con temperaturas medias que varían entre 20 y 300 C y pluviosidad por sobre los 4000 mm al año, se ha desarrollado aquí los bosques húmedos tropicales más diversos del planeta.  Pesan sobre la cuenca una gran cantidad de problemas que han puesto en riesgo la sobrevivencia de estos bosques, lo que ha suscitado un interés internacional en la conservación de la cuenca.  Pero, ¿cómo?.

A la llegada de los conquistadores europeos a la cuenca, habitaban en la Amazonía unas 8 millones de personas, la mayoría de las cuales fueron diezmadas por enfermedades y la sobreexplotación de los recursos, y hoy son apenas unas 500 mil personas indígenas unos 500 pueblos diferentes, agrupados en varias familias lingüísticas diferentes, las que comparten visiones y prácticas similares entre si.

Aquí se va a hacer referencia a los pueblos Yukuna y Mapati del Rio Mirití, en la cuenca del Caquetá, en la Amazonía Occidental, en Colombiana.

Para ellos, a cada pueblo le ha correspondido nacer en un lugar predeterminado y cada pueblo es el responsable de su cuidado.  Cada pueblo debe velar para que se mantenga el equilibrio entre las plantas, los animales y los seres humanos, ya que existe cierta cantidad de energía básica que debe circular entre todos ellos. Un exceso de acumulación entre humanos provocaría desequilibrios en el flujo y alteraría todo el sistema.  Para asegurar una relación equilibrada con la naturaleza se cuenta con toda una serie de seres tutelares, conocidos de manera genérica como “dueños”, que bajo la forma de espíritus, diablos, padres y madres de todos los seres que existen en la selva velan por el buen uso que se haga de sus protegidos.

La relación con los dueños se encuentra intermediada por los chamanes, quienes se encargan de negociar con ellos, el uso de los recursos bajo el esquema de equilibrio, para así evitar la acumulación de energías y que estos seres protectores les envíen enfermedades.

Cada grupo debe realizar a lo largo del ciclo anual una serie de rituales que les ha sido asignado por los seres creadores, con el fin de devolver de manera simbólica, la energía acumulada. Con el manejo de estos rituales se ordena el mundo.  Si un grupo no realiza los rituales, se produce un desorden entre los otros grupos que ocupan un espacio compartido.
Entonces, el territorio que le ha sido asignado a cada pueblo es un espacio que los chamanes conocen y dominan, espacio dentro del cual se realizan intercambios rituales con otros chamanes de manera directa o indirecta.  Los chamanes llegan a conocer este espacio, por medio de viajes chamánicos, con puro pensamiento y con el uso de sus plantas sagradas. En estos viajes, el chamán percibe cómo está la naturaleza y si hay desequilibrios.

Para estos indígenas en la naturaleza hay distintos mundos: el de las plantas cultivadas, el de los seres del agua, y el de los seres del monte.

El paisaje con todos sus componentes fueron creados por seres ancestrales y todas las áreas acuáticas, terrestres y del cosmo se encuentran habitadas por una variedad de seres sobrenaturales (dueños, madres y padres de animales, diablos, espíritus, seres creadores, etc.) por lo que cualquier uso que se haga de la naturaleza está controlado por normas y tabúes que impide un uso inadecuado y el abuso de los recursos, porque ellos saben que esto produciría desequilibrios difíciles de manejar.

Hay cuatro formas de usar la naturaleza: los sistemas agrícolas, la cacería, la pesca y la recolección de productos del bosque, categorías que incluyen en sí mismo el uso ritual, sagrado y estético, a más del simple uso para su alimentación.  

La chacra indígena

La chacra indígena es un jardín humanizado.  A nivel simbólico, las plantas que fueron en un pasado mítico, personas. Por esta razón los seres humanos establecen relaciones sociales con la comida, que implica que la alimentación está mediada por la sociedad.

Hay reglamentos bien específicos para el montaje de la chacra. Cada fase (el escoger el terreno, el desmonte, la quema, la siembra, el deshierbe y la cosecha) debe ser curada ritualmente, y se debe cumplir con el orden simbólico que regula el cultivo de las plantas, su distribución en el campo del cultivo, el cuidado y la cosecha, lo que se extiende también a la transformación de los alimentos y el consumo.

Cada pueblo indígena tiene con un conjunto de plantas cultivadas que les fue asignadas y que deben cuidar con el mayor celo, ya que hacen parte de su herencia cultural y le permite sobrevivir como grupo diferenciado de los otros. Hay plantas que son comunes para todos los grupos como la yuca, el ají, el plátano, el ñame, la coca y el tabaco.  Sin embargo cada grupo maneja diferentes variedades, lo que también forma parte de su identidad étnica.  Así por ejemplo el pueblo Yukuna maneja 26 variedades de yuca brava y 13 variedades de piña (cultivo que les corresponde a este pueblo).

Esta diversidad en cultivos y variedades tiene un claro sentido simbólico, y supone un profundo conocimiento del arte de cultivar la selva desde el punto de vista agronómico y agroforestal, así como el manejo de nutrientes, de la intensidad de la luz, los cultivos asociados, el control de plagas y enfermedades, el manejo de la sucesión del bosque.  En la chacra, cada cultivo tiene su lugar y hay un lugar para cada cultivo, y todo este ordenamiento está regido por patrones simbólicos.   Pero no sólo es por razones simbólicas. Los suelos tropicales son sumamente frágiles, y es el profundo conocimiento de los pueblos indígenas lo que ha permitido que en distintas zonas de la cuenca amazónica haya habido agricultura por milenios, sin destruir el equilibrio de la selva.

Recolección de frutos del bosque

En zonas donde se destina para árboles frutales, tienen lugar los rituales de danza, y son considerados como sagrados por el grupo.  En muchos lugares, el bosque parece una selva intocada, pero en realidad se trata de bosques intervenidos en distintas etapas de sucesión, lo que revela el profundo conocimiento que estos pueblo tienen sobre las dinámicas del bosque, lo que ha permitido su conservación desde hace cientos de años. Hay especies que son consideradas silvestres, pero que en realidad han sido mejoradas y seleccionadas a lo largo de varios milenios, lo que algunos antropólogos llaman la “selva culta“, o selvas manejadas.

Pesca

La relación con el mundo de los peces es también una relación humanizada.  En un pasado mítico, los peces eran personas que tenían su vivienda en el agua y que fueron transformadas en peces.  A Los peces también les ha tocado vivir en determinado lugar del agua (en el río, en el agua, en zonas profundas o someras, en lagos aislados, en lagos conectados, etc.) y hay peces que son comestibles y otros que producen enfermedades, los peces poseen dueños tutelares que son los dueños de un sitio específico.  Hay madres protectoras de ciertos peces, a quienes se les debe pedir permiso para pescarlos.  Hay zonas que están vedadas para la pesca, y especies que están prohibidas o temporadas del año en las que es prohibido pescar.  Hay normas también sobre el consumo de lo peces, pues con frecuencia se deben hacer rituales antes de consumir determinadas especies, para quitarles lo poderes o sustancias que producen enfermedades.  Aquí de nuevo es evidente que los patrones rituales ha permitido que se no agoten los recursos piscícolas.

Cacería

La relación con los seres del monte, es decir con los animales de caza, parte de la concepción que los animales son también seres humanizados por lo que está también reglamentada.

La cacería está mediada por dueños o seres tutelares de cada uno de ellos.  Los chamanes son los intermediarios entre estos dueños y las personas que necesiten cazar, y definir el sacrificio de uno o varios animales.  De ninguna manera puede una persona venir y cazar de manera arbitraria cualquier especie en cualquier época del año y en cualquier lugar. Los excesos son castigados por los dueños, mediante el envío de enfermedades.  Estos tabúes relacionados con la caza, evitan la cacería excesiva, y el agotamiento del recurso.

Los saladeros, que son lugares que concentraciones más altos de sal, son considerados como el hogar de los animales, y para ir a cazarlos se debe seguir una serie de ritos, y no se puede llegar de manera intempestiva. Hay que ofrecerle ofrendas de coca.  Para controlar el equilibrio de los animales de caza, el chamán tiene bajo su responsabilidad el cuidado del saladero.

También se cuida el área de reproducción y de desplazamiento del animal, donde se prohíbe tumbar los árboles, y por el contrario, se estimula el desarrollo de especies frutales para que el animal tenga alimentos, y su taza de reproducción aumente.

Las cacería se hace con cerbatana y flechas envenenadas. El uso de estas flechas implica ayunos y abstinencia sexual.  Cada grupo tiene una forma de hacer sus venenos, y aunque a todos se los conoce con el nombre de “curare“; el curare, que es un bejuco, es uno de las 20 especies de plantas con las que se elabora el veneno.
En resumen se podría decir que la cosmovisión de varios pueblos amazónicos se basa en una concepción simbólica en extremo elaborada, la cual rige todo su relación con la naturaleza.  Esta relación simbólica refleja el respeto y el conocimiento que tienen estos pueblos de su medio, lo que ha permitido que la selva puede sobrevivir a lo largo de los milenios que estos pueblos han vivido en la selva. Esta relación debería proyectarse hacia el futuro, pero al momento tienen que enfrentar influencias externas, que amenazan la sobrevivencia de la selva, e irrespetan y ponen en peligro la cultura y cosmovisión de estos pueblos. Estas influencias externas tienen, en muchos casos, motivaciones económicas, y están apoyadas por la ciencia occidental. Sus acciones constituyen hechos de profanación.

Es indudable que muchos de los pueblos tradicionales han enfrentado tantos cambios por la interferencia externa, que posiblemente requieran de un apoyo externo para sobrevivir, pero esto debe estar enmarcado en el sistema de valores y conocimientos de estos pueblos.

Pero llegan a las zonas con altos niveles de biodiversidad, como es la cuenca amazónica, y otros bosques tropicales de América del Sur, científicos que dicen ser los salvadores de la selva, a imponer a estos pueblos sabios sus valores, su percepción de la naturaleza y sus preceptos científicos, a través de la llamada “biología de la conservación“.

Extracto del documento presentado en la IV Conferencia de la YOKO CIVILIZATION INTERNATIONAL RESEARCH INSTITUTE– Japón

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